Cristales de sal a las orillas del mar muerto

sábado, 6 de febrero de 2010

A Dios, lo primero, es experimentarlo

Esta mañana he estado en el embalse de Aguijón, cerca de Barcarrota, y allí, gozando de una de esas dehesas extremeñas que tenemos en nuestra tierra me ha dado tiempo a pensar; y también a contemplar.
Estando a la orilla de aquél pantano recordab la escena del evangleio que leemos este domingo (Lc 5,1-11 Jesús que a la orilla del lago de Genesaret llama a los primeros discípulos a seguirle) y he llegado a una idea clara: a Dios, lo primero, es experimentarlo.
Dice el texto que la gente se agolpaba a escuchar de Jesús su Palabra, que Simón, Santiago y Juan terminan siguiendo al Galileo. ¿Qué ha visto en ese hombre para poner en él su credibilidad?
Solo después de haber pasado la larga noche bregando con las redes sin fruto alguno, y haber experiemntado que si estamos en la misma barca que Jesús la cosa cambia, se puede estar dispuesto a seguirlo, a poner la confianza en él.
Parece ser que la cosa no pasa por enseñar doctrina, verdades que sólo calientan la cabeza, sino en facilitar que se produzca esa experiencia en la que uno comprueba que ha psado muchas noches bregando con las redes, pero sólo cuando ha dejado que Él se suba a la barca y se ha abandonado hacia dentro del lago es cuando la cosa pinta bien.
Está claro lo que tenemos que hacer: primero preguntarnos dónde tenemos nosotros experiencia de Dios, para que merezca la pena seguirlo y podamos transmitir algo creible, después revisarnos si lo que estamos haciendo es facilitar que la gente tenga en medio de su propia vida experiencia como la Simón, Juan y Santiago.
Yo durante esta semana creo que haré oración desde ahí. Ya os cuento.

1 comentario:

  1. Vaaaaaaaaaaaaya!!! Enhorabuena, compañero, y bienvenido al ciberespacio sección blogs... Me alegro de ser el primero que te escribe un comentario. Mucho ánimo compartiendo tus reflexiones y tus experiencias, tus amigos las estaremos esperando. Un gran abrazo!

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